Teoría Humanista

 

Una de las grandes fortalezas de los humanistas está en la atención que 
han prestado a las dimensiones positivas de la personalidad. Como dijera Maslow (1968):
“La naturaleza humana no es para nada tan mala como se ha pensado que es.
Es como si Freud nos hubiera presentado la mitad enferma de la psicología y ahora debemos completarla con la mitad sana”. A pesar de sus aportaciones, podemos criticar a los humanistas por emplear conceptos “borrosos” difíciles de medir y estudiar de forma 
objetiva. No obstante, el pensamiento humanista ha llevado a muchas 
personas a tratar de conocerse mejor y a buscar el crecimiento personal. 
Además, los conceptos humanistas han sido muy útiles para los consejeros y la psicoterapia.
Al final del análisis, necesitamos las cuatro perspectivas principales 
para explicar la personalidad. Cada una nos ofrece una especie de lente para 
mirar la conducta humana. En muchos casos, sólo surge una imagen equilibrada si consideramos cada una de las teorías. 
Las teorías humanistas ponen hincapié en la experiencia subjetiva, los 
problemas humanos y los potenciales personales. El psicólogo humanista 
Carl Rogers consideraba que los trastornos emocionales eran producto 
de una imagen defectuosa de uno mismo, o del concepto de sí mismo 
(Rogers, 1959). Él pensaba que las personas ansiosas han construido imágenes mentales de sí mismas que no son reales.
Esto los hace vulnerables 
a la información contradictoria. Por ejemplo, digamos que una parte 
esen cial de la imagen de sí misma de Cheyenne es la enorme inteligencia 
que posee. Si ella sale mal en la escuela, podría negar o distorsionar sus 
percepciones de sí misma y de la situación. Si su ansiedad se volviera severa, podría recurrir a emplear mecanismos de defensa. Las amenazas a su 
imagen de sí misma también podrían producir una reacción de conversión, ataques de ansiedad o síntomas similares. A su vez, estos síntomas se convertirían en nuevas amenazas que provocarían más distorsiones. En poco tiempo, ella caería en un círculo vicioso de inadaptación y ansiedad que se alimentaría a sí mismo después de iniciado.




















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